Su marido era un imbécil, o eso decían sus amigas. Sus hijos eran unos insolentes, o eso decían los profesores. Su casa era una pocilga, o eso decía su madre. Sus persianas eran ilegales, o eso decían los vecinos. Su sueldo era una miseria, o eso decía su hermana. Su rendimiento era pésimo, o eso decían sus colegas. A su perro había que sacrificarlo, o eso decía el veterinario. Su tumor era incurable, o eso decía su oncólogo. Su vida era una mierda, o eso decían todos.
Puede que tuvieran razón. Tal vez porque estaba loca, o eso decía su psiquiatra.
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