¿Que si tengo tendencia a cambiar constantemente de ánimo? Pues sí, al igual que el mercado inmobiliario. Ya, es obvio que el mercado carece de emociones, pero eso no lo hace menos volátil y cambiante. ¿Qué no se entiende mi punto? Es simple: no veo cuál es el problema en que un ambiente cambiante (como este) contrate a una persona igualmente variable (como yo, en especial a esta hora de la tarde). No, por las mañanas puedo andar igualmente irritable, pero mi demonio está más dormido y mi paciencia más conciliadora y amable. Por cierto, ahora que lo pienso, deberían bonificarme. Claro, darle más puntos a mi candidatura. Como decís vosotros, cuento con las "competencias" en materia de variabilidad que requiere el puesto de trabajo. ¿Mi demonio? ¿Cuál es el problema con mi demonio? Todos tenemos uno. No lo digo yo, lo dice Sócrates. No, no es un demonio como el del Exorcista o Harry Potter. Es una voz interior. No, no es una metáfora. Metafórico es decir que María se embarazó por obra y gracia del Espíritu Santo y que Jesús resucitó de entre los muertos después de que lo crucificaran. ¿Que por qué lo digo? Pues porque tú tienes ahí en tu mesa un crucifijo; y yo, a pesar de todo, no pongo en duda tu capacidad como agente inmobiliario aunque creas que a una mujer la embarazó una paloma o que un jambo puede convertir el agua en vino. Sí, lo estás haciendo. Desde que leíste en mi CV que pasé una temporada en el psiquiátrico no has dejado de insinuar que estoy loca. No me sale del coño esconder "ese detalle". Es parte de mi formación. De mi historia. Si hubiese dicho "cojones" en vez de "coño" para ti no hubiese habido problema. No lo insinúo, lo digo con todas sus letras: ¡machirulo de mierda! Al menos deja de mirarme las tetas. Yo fui sincera y te advertí desde el inicio que era explosiva y cambiante. Como la vida misma. Porque estable e invariable sólo son las cosas muertas. Y los agentes inmobiliarios, por lo que parece. No hace falta, ya me voy yendo. Qué puta manía que tenéis vosotros con la "subnormalidad". ¡Subnormal tu puta madre! Lo normal es el cambio, aunque no nos atrevamos a enfrentarlo. Desde que salí del psiquiátrico (en el cual, por cierto, sólo estuve unos meses) la gente no para de preguntarme por la vivencia de la locura, por cómo se experimenta la regularidad de la vida con la irrupción incontrolable de la alucinación y la desmesura. Pero pocos, muy pocos, son capaces de entender que el verdadero desquiciamiento es la continuidad misma. La alucinación más grande es despertar cada mañana y creer que eres la misma. ¡Vete a la mierda! Siempre nos quieren borrar. Pasar por alto. Pero no. Esta vez soy yo la que te va a eliminar del relato. Soy yo la que va a invisibilizar tu voz cuando le cuente esta historia a mis hermanos.
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