El tutor mantenía la vista fija en Ricky, tic tac, el reloj avanzaba y el silencio se mantenía, ninguno se movía como si fueran estatuas.
— ¡Ring! —sonó el celular de Ricky que estaba encima del escritorio.
— Genial, nos vemos Oscar —dijo tomando su celular.
— No podemos continuar así —dijo el tutor poniendo su mano encima del celular de Ricky evitando que lo tomara — En algún momento tenemos que hablar.
— Claro en nuestra siguiente cita seguro.
— Bueno es algo prematuro pero creo que puedo enviar un reporte de comportamiento —dijo el tutor soltando el celular.
Ricky tomó su celular, se levantó y caminó hasta la puerta, se congeló al tomar la perilla, tiró su mochila al piso y se sentó de nuevo en la silla.
— No creo que esto de la salud mental y esas cosas sirvan de algo. —dijo Ricky.
— No todos creen en la medicina pero cuando tienen cáncer al primero que ven es al oncólogo.
— ¿Y funciona?
— Algunos no se salvan pero estoy seguro de que tiene una vida mucho más fácil.
— No diré que voy al loquero.
— Entonces di que tienes cita con… el dentista.
Las sesiones continuaron cada martes y a veces una los viernes, todo iba bien entre los dos, no solo eso las peleas eran cada vez menos común para Ricky, razón por la que había ido a parar con Oscar, además sus notas mejoraron pero cuando Ricky cumplió la mayoría de edad y sin previo aviso dejo de ir a las sesiones.
El doctor Oscar trató de buscarlo mucho más allá de su obligación como doctor, fue hasta su casa, con sus amigos, compañeros pero para todos era lo mismo, nadie sabía nada.
Los años pasaron a Oscar le quedaban unos meses para poder jubilarse, acomodaba sus cosas en cajas para que el residente que sería su reemplazo se acostumbrara a la oficina cuando el director entró a su oficina junto con otro hombre muy bien vestido, reloj caro, traje de diseñador.
— ¿En qué le puedo ayudar director?
— Nada no se preocupe solo le estoy enseñando al señor las instalaciones.
— ¿Planea inscribir a sus hijos? —pregunto Oscar.
— Algo parecido.
— El señor planea hacer una donación de equipo de cómputo.
— Tiene que tener bastante dinero para poder hacer eso —dijo Oscar.
— Algo —dijo sentándose en una silla — tengo una pequeña empresa y solo quería aportar un poco a la comunidad.
— No lo molestamos más tutor Oscar, continuemos —dijo el director
Ambos se fueron de su oficina, apenas llevaba unos segundos fuera cuando Oscar se dio cuenta que en la silla estaba la cartera de aquel hombre de traje, la tomó y corrió al pasillo.
— Disculpe se le olvidó su…
No termino de hablar cuando se dio cuenta que había un mensaje en la cartera:
Gracias por las citas al "Dentista"
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