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lunes, 4 de diciembre de 2023

Amiga Sombra

Camino a casa pasé por el puente. Quería meditar y el sonido del río lograba serenarme. Algo en mi interior venía molestándome hacía meses. Me había vuelto cada vez más solitario y retraído y la gente me incomodaba.

Era medianoche y la luna llena se divisaba en el horizonte como el negativo de un amanecer. Si es cierto lo que dicen que ésta es una hora mágica entonces debió ser real lo que viví: mi sombra cobró independencia alejándose hasta el borde del puente. La figura oscura parecía dispuesta a saltar.

Aunque al principio sentí un alivio, éste se vio opacado por una creciente angustia: "¿Ser perfecto?, ¿no tener zonas oscuras?, ¿ni dudas?, ¿ni miedos?".

De nada valía correr y tratar de agarrar a mi otro yo, debía atraerlo nuevamente a mí. Me senté en el suelo, cerré los ojos y me hice una pregunta: "¿Quién es el dueño del mundo?". La respuesta fue un hondo suspiro.

Acepté mis kilos de más, mi carrera poco lucrativa, mi torpeza para conseguir pareja y cada una de mis fisuras. Mi sombra dejó el borde del puente, se acercó y me abrazó.

Mi oscura amiga camina a mis espaldas recordándome que soy humano.

lunes, 10 de mayo de 2021

Amiga sombra

    Camino a casa pasé por el puente. Quería meditar y el sonido del río siempre lograba serenarme. Algo en mi interior venía molestándome hacía meses.

Al inicio era como esos muebles que no sabes dónde poner y con el cual te tropiezas continuamente. Luego se transformó en un árbol cuyas raíces resquebrajaban el endeble piso que sostenía mi vida.

La gente me incomodaba cada vez más pues sentía en sus miradas el juicio y la condena por un delito que debí haber cometido, pero del cual no me acordaba.

La primera vez que me ocurrió fue en una panadería, estaba haciendo la cola para cancelar mi compra. La cajera al verme frunció el ceño: ¿qué fue lo que vio en mí?, ¿por qué ese rechazo automático?

En el ocaso el sol se divisa como el espejo de un amanecer. Si es cierto lo que dicen que ésta es una hora mágica entonces debió ser real lo que viví: mi sombra cobró independencia alejándose hasta el borde del puente.

Reconozco que me sentí por un momento aliviada, como si por fin pudiera respirar profundo luego de mucho tiempo ahogándome. La figura oscura parecía dispuesta a saltar.

El breve aliento se vio opacado por una creciente angustia: "¿Ser perfecta?, ¿no tener zonas oscuras".

Parecerse a esos maniquíes que se exhiben en las vitrinas, manoseados por manos insensibles interesados sólo en vender. Sería terrible vivir sin sombra.

En medio de toda esa locura conservaba aún mi inteligencia. Debía hacer algo para salvar a mi sombra. De nada valdría correr y tratar de agarrar a mi otra yo, debía atraerla.

Recordé el consejo que me dio una compañera de trabajo. Una vez mientras desayunaba se acercó, rosó mi mano y me regaló un libro de meditación zen: "Respira", me dijo y me guiñó el ojo. El rubor me duró todo el día.

El libro… ¿Qué decía ese libro? Confieso que lo leí entero, pero no lo puse en práctica. El árbol que iba horadando mi interior había cubierto de ramas espesas todos los rincones de mi alma e impedía serenarme para hacer los ejercicios.

El resumen de la técnica ya me lo había dado ella cuando me lo regaló: Respirar. Me senté en el suelo, cerré los ojos, respiré profundo varias veces y me hice una pregunta: "¿Quién es el dueño del mundo?".

La respuesta fue un hondo suspiro. Acepté mis kilos de más, mi carrera poco lucrativa, mi torpeza para conseguir pareja y cada una de mis fisuras.

Al árbol oscuro que había ocupado mi interior se le fueron cayendo las hojas. Se fue despejando con cada inhalación y exhalación.

Mi sombra dejó el borde del puente y volteó a verme. Se acercó y me abrazó. Me alejé de allí convencida de que había evitado un suicidio.

Mi oscura amiga camina desde entonces a mis espaldas recordándome que soy humana.

sábado, 21 de marzo de 2020

Mi amigo Agua



No sé muy bien por qué inició mi miedo a los espacios abiertos, sólo sé que el primer día del retorno a clases cuando tenía siete años me petrifiqué ante el marco de la puerta, todo empezó a girar y me faltó la respiración. Mi mamá inmediatamente me llevó a la tina del baño junto a buena parte de mis juguetes favoritos. Allí comenzó mi amistad con Agua.

- Hola soy Pedro, tengo Asperger y acabo de sufrir mi primer ataque de pánico, según dijo mi mamá cuando llamó por celular a mi tía.

- Hola soy Agua, entré a tu casa por la tubería y me gusta viajar por todo el mundo.

- ¿No es peligroso allá afuera? Una vez mi papá salió por la mañana y ya nunca volvió: el mundo se lo comió.

Sí, como todo niño tuve un amigo imaginario. Algunos hablan con el picaporte de la puerta de su cuarto, otros con el bombillo, algunos con su zapato viejo favorito, a mí me dio por hablar con Agua. Normal.

Pasaron varios meses en los que no pude salir de la casa sin desmayarme. En las noches Agua dentro del vaso sobre mi mesa de noche velaba mis sueños. Me contaba sus aventuras convertido en rio cantarín, ola marina, copos de nieve o gotas de lluvia.

Y fue precisamente una tarde de lluvia cuando pude salir al jardín, agua tocó a mi ventana transformado en cientos de gotitas y me invitó a salir. Al abrir la puerta un charco me dio la bienvenida sobre el tapete donde escrito en inglés se leía welcome al revés.

Poco a poco fui empapándome de Agua como si fuera un escudo protector sobre mis ropas. Abrí los brazos en forma de aspas y esta vez fui yo el que giró mientras el mundo permaneció sereno bajo mis pies.

Cuando mi madre llegó de hacer las compras en el supermercado me vio jugando bajo la lluvia y corrió a abrazarme. Agua se asomó en sus ojos en forma de lágrima dándome un guiño.

Pasaron algunos años sin que volvieran los ataques de pánico ante los espacios abiertos. Pero cuando cumplí quince años una sequía fuerte azotó mi país. Por varias semanas no llovió una gota, en todos los locales restringían de los baños, las fuentes dejaron de cantar en los parques. Mi amigo se notaba preocupado.

Decidí que no quería volver a estar encerrado en casa ante próximas sequias. Cuando me gradué de bachiller decidí estudiar protección ambiental en la universidad. Ahora formo parte de un grupo de activistas que vamos por el mundo presentando a mi amigo Agua como un aliado de todos nuestros procesos vitales.

Ya no siento miedo de salir al mundo. Sé que no me podrá comer pues tengo el poder de hacer el planeta un lugar más seguro… mientras pueda contar con mi amigo Agua.