viernes, 1 de diciembre de 2023

Volar alto

-Ven aquí, suicida - dijo mamá agarrándome con tanta fuerza que me dolió el brazo toda la mañana.

Yo era pequeño, pero me gustaba asomarme al exterior y experimentar el vértigo de la altura. Aquel día había conseguido arrimar un taburete a la ventana y miraba fascinado el hormiguero humano discurriendo por la acera, el guirigay de coches, el mundo diminuto visto desde arriba.

-Suicida, -repitió mi hermana como siempre hacía cuando mama me regañaba.

Yo no sabía qué era ser suicida y le pregunté.

-Matarse-dijo bajando la voz -Hay gente loca, como tía Ángela, no te acuerdas porque eras bebé.

-¿Se tiró por la ventana?

-Peor que eso, se colgó. Dicen que es mejor lanzarse, va todo más rápido.

No hubo más explicaciones, pero la idea arraigó como una planta venenosa: ¿Y si lo intentara? Ha pasado mucho tiempo, mamá se fue, pero cuando miro desde la altura, como ahora, una fuerza magnética tira de mí y oigo esa voz persuasiva:

-Lánzate... Estoy esperando... Volarás alto... Vamos, salta...

Sí, estoy preparado, tomo impulso, voy a arrojarme al vacío, pero de pronto aparece mamá y me sujeta el brazo con fuerza sobrehumana:

-Ven aquí suicida, abrázame.

Y no puedo negarme.

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