Pero, ¿Qué estás haciendo con tu vida? 33 años y sin casa ni curro fijo, ni boda e hijos. Sin status social. No eres nadie.
Esta voz me acompaña mientras veo al café echar humo. Se me quema. Otra vez.
Idiota, lo has vuelto a hacer. Ni un café sin quemar eres capaz de conseguir.
Me siento a tomar el café en el sonido de la calma y la calidez del silencio. Miro al infinito mientras doy pequeños sorbos. Voy organizando mentalmente el día que tengo por delante. Reuniones por confirmar, proyectos que continuar, talleres por recuperar…
No creo que vaya a ir bien, seguramente sea otro fracaso. Uno más de tus comienzos inacabados. Mejor no lo intentes, total, no va a salir.
Os presento a mi colega, el miedo. Trata de protegerme, pero lo que acaba consiguiendo es bloquearme, anularme. Me pierdo en su intento de cuidarme.
Termino el café, me levanto y empiezo a ordenar la casa. Intento dialogar con mi miedo y uso la paciencia y la ternura para calmar a la exigencia.
Lo consigo durante veinte minutos. Todo un logro.
Llevo sólo una hora fuera de la cama y ya estoy agotada. Me vuelvo a acostar.
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