Antes de iniciar cada clase María escribía una frase o palabra en la pizarra, con el propósito de despertar nuestro corazón, según decía.
-A tono con la m de martes, dejo a ustedes a "Meraki", les sugiero que la apliquen en su vida-dijo María, e inmediatamente empezó con las adorables reglas de factoreo.
Al terminar la clase, mi profesora repartió en parejas un extenso número de ejercicios.
-Vaya suerte, debo trabajar con el fantasma de la clase-dije a viva voz.
"Fantasma" se llamaba Inés, era una chica callada, responsable y solitaria en extremo.
- Soy Juan, por lo rojo de mi rostro puedes llamarme "Tomate". Por favor perdóname por haberte puesto un feo apodo.
-Llámame por mi nombre. Toma, aquí anoté mi dirección, te esperó a las cuatro en punto- dijo Inés.
Con buena disposición Inés llenó mis vacíos matemáticos. Nuestro trabajó ganó la felicitación de María.
-Porqué siempre estás sola-pregunté un día a Inés.
-Vine a este colegio a medio año, los grupos estaban ya conformados. Sueño con tener una amistad sincera con quien charlar, pasear y compartir cosas propias de mi edad-dijo Inés. -Cuenta conmigo, gracias a ti y a tu vivencia del "Meraki" soy otro Juan.
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