Mi queridísima Paula,
Espero que te encuentres mejor y esas heridas sanen al estilo japonés, celebrando incluso nuestras fracturas, pues forman parte de nuestra historia y su presencia nos recuerda que seguimos vivas. La belleza de las cicatrices como hizo Kaufman en Anomalisa.
¿Sabes? Antes miraba mi cuerpo regodeándome en cada defecto y cada lesión. Te costará creerlo, pero ahora me doy baños de cuarenta minutos dándome besos en las marcas. Mi madre hace eso también con su cesárea, ya es otra cosa que tenemos en común.
Mirando con perspectiva, todo parece más sencillo una vez que te ayudan a salir del inframundo al que nos arrojaron. No seas como Virginia y pide ayuda, no soportaría otro cuerpo en el camino.
Yo hablé con mi tío, el que tiene una papelería. Fue él quien buscó ayuda especializada. Mi madre de vez en cuando llora por no haber entendido mi situación, pensaba que se me pasaría. Pero toqué fondo como tú y fue mi tío quien me devolvió las fuerzas para superarlo.
Pedir ayuda es la primera y última tarea más ardua del proceso Paula, confía en mí, he estado allí; mi cuerpo ha sido el lienzo de mi camino.
Mejórate,
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