viernes, 1 de diciembre de 2023

Evitativo

                                            

Es domingo.

Lo sé, porque llevo puesto mi vestido con flores y no la bata de siempre.

Me gustan los domingos, aunque hubo uno que no me gustó. Ese día desperté con el lecho lleno de sangre y el vientre vacío.

Mejor no pensar en ello.

Siempre soñé con ser madre, muy seguramente, por la imposi­bilidad que parecía tener mi cuerpo para afrontar tal menester. ¡Como si el cuerpo supiera lo que quiere el alma!

Mis manos empiezan a temblar.

Mejor no pensar en ello.

Me peino en silencio. A él le encanta cuando me recojo el ca­bello en una cola de caballo. Me hace doler la cabeza, pero no sé decir que no.

Me miro al espejo y lo veo... el cabello blanquecino que cubre toda mi cabeza. No soy yo. ¡No soy esa!

¡No puede ser!

Si hace apenas unos días que desperté a tu lado sin saber pedir ni dar perdón.

Tenía veintisiete y ahora que miro mi reflejo no entiendo bien qué pasó.

Las manos temblorosas y el recuerdo desbloqueado de todas esas veces en las que callé que estaba jodidamente triste, porque dijiste que era mejor no pensar en ello.

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