A veces una sonrisa esconde mucha oscuridad detrás, una oscuridad similar a un túnel profundo y oscuro, donde no ves el final. Entonces te pierdes en él y, aunque puedas volver sobre tus pasos porque conoces el camino, la oscuridad te ha atrapado y ya no recuerdas la luz. Porque siempre ha vivido dentro de ti esa parte de oscuridad y hasta la sientes familiar. Pero miras atrás y ves un halo de luz que te invita a retroceder y salir del túnel, andas hacia atrás y tropiezas con una piedra. Caes, miras la luz y te levantas de nuevo andando hacia ella. Cada vez es más grande, la sientes dentro de ti, te ciega, pero la abrazas porque también te es familiar. Y es cuando entiendes que las dos siempre han estado dentro de ti, que una no podría ser sin la otra y viceversa. Y es en ese preciso momento que debes aprender a convivir con ambas, ya que forman parte de la persona que eres ahora y que serás.
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