viernes, 1 de diciembre de 2023

Aquí estoy

Tengo 35 años, pero parezco de 40. Mi genética es la causante de este envejecimiento prematuro creo yo, no tendría por motivo angustias o traumas, mi vida siempre ha sido muy tranquila sin sobresaltos, taciturna, rayando en la monotonía y el aburrimiento.

Hace poco más de un año sucedió aquello. No sé ni cómo referirme al suceso. Seis meses antes dejé de beber todos los días, había iniciado un tratamiento psiquiátrico que prometía estabilizar el trastorno bipolar que padecía. No más alcohol, ni relaciones casuales con mujeres, eso ayudaría en demasía a mantener la calma, a no conflictuarme con mi esposa.

Decidí trabajar físicamente hasta el cansancio en el jardín de mi casa, jugar con el niño, viajar en la lectura de la narrativa de mis olvidados libros. Había una relativa calma, una calma que presentía en algún momento terminaría de manera estruendosa y así fue.

Un día nublado, el vacío en mi ser creció, me sentí irritable en demasía, la agitación presionó mi pecho. Vi al extremo del jardín ese mezquite sombrío y tomé la determinación. Mis manos tomaron la cuerda, la até a mi cuello y procedí.

No concreté el intento, algo sucedió. Al final la vida reclama su derecho. Y aquí estoy.

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