viernes, 1 de diciembre de 2023

El amigo de mi padre





El amigo de mi padre, fiel a su cita, acude cada mañana bien vestido y aseado.

Mi madre le anuncia la visita con el rostro algo demacrado y, antes de perderse tras la puerta del dormitorio para limpiar las huellas de la guerra que dejan las noches, le ofrezco un abrazo y una sonrisa; son el bálsamo que alejan a los demonios de su mente. Los mismos que destruyeron a su madre.

Mi padre se acerca sonriente, al igual que su compañero. No se dan los buenos días; tan solo sonríen y entablan una conversación primaria.

Caliento la leche en el cazo y observo el pan dorándose en la tostadora. Las tostadas saltan, las pongo en el plato y las riego con aceite de oliva.

Papá, vamos a desayunar, le anuncio. Pero no contesta, tan solo me observa preguntándose si será a él a quien llaman.

Me cosquillea el corazón verlo así. Rectifico y lo llamo por su nombre. Juan, vamos a desayunar. Entonces si me mira y, amable como es, convida a su amigo animándolo para acompañarnos en la mesa, pero el espejo tan solo se limita a hacer su función, recrear la sonrisa inolvidable de mi padre.

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