Sola, sentada a la orilla de su cama, cabila entra la realidad que vive y la fantasía del mundo en que le gustaría vivir, y al volver en sí, se siente aún más patética, quisiera gritar, correr, llorar, pero el mar de lagrimas que lava su cara, no la deja ver, solamente puede mirar hacia dentro, ver su interior devastado, por un dolor del que nadie puede imaginar su magnitud. Se prepara para salir a la calle porque a pesar de la falta de aliento y fuerza para caminar debe mantenerse viva, debe cumplir con lo que le exige la cotidianidad, debe prepararse para ir a su trabajo, aún cuando no le encuentra sentido a su vida, preparar su rostro para la actuación del día, sonreír y fingir, todo el mundo pensará que, aunque no sea siempre feliz, tiene los suficientes motivos para vivir, y se atreverán a opinar en caso de que dejes ver tu realidad, se creerán con el derecho a juzgar y condenar.
Solo ella sabe la lucha que debe vivir, esa guerra silenciosa que vive cada segundo de su vida, en contra de ese monstruo aterrador que la tiene atrapada desde que era a penas una niña, sus feroces garras, la hacen sangrar por dentro, y solo puede sentir el silencio aún cuando esta rodeada por mucha gente, sabe que nadie comprende su dolor, nadie se imagina como se aferra a ella con tanta fuerza, que le grita e invade el silencio de su mente con pensamientos oscuros, que le habla al oído, diciéndole ___ no luches más, tienes la solución en tus manos…. Sería tan fácil terminar con todo de una vez, deja de ser cobarde, serían solo unos segundos de dolor en comparación con lo que te falta por sufrir… sin embargo en esos incontables momentos de lucha ella se aferra a la vida con las fuerzas que aún le quedan, lucha aun cuando no le encuentra sentido, lucha porque a pesar de su propia desolación, sabe que no puede ser egoísta, piensa en la consternación que su partida inesperada puede causarle a los seres que la aman.
Mira hacia atrás y aunque ha hecho muchas cosas en su vida, se siente vacía y temerosa, siente miedo, porque no sabe hasta cuando podrá seguir enfrentando esta lucha, su guerra interior no le deja ver salida, y sufre cuando piensa en que en algún momento cierre sus ojos tan fuerte que no vea, ni el más mínimo vestigio de luz, y se convierta en uno mas de aquellos que se dio por vencido ante una lucha soltaría y sin fin, y termine de una vez por todas con su agonía, que huya por la única puerta que encuentre, y termine de una vez con su vida.
Nunca imaginó que tendría que enfrentar una guerra tan difícil, y aunque siempre se pregunta por qué tenía que ser precisamente ella, no encuentra respuesta, llora y en sus gritos ahogados de silencio, pide al cielo misericordia, y se llena de valor para enfrentar un día más su lucha soltaría, con la esperanza de despertar una mañana, con la gran alegría de haber podido vencer su monstruo interior, con la ilusión de ser comprendida por aquellos que no entienden que la guerra más difícil es la que tienes que enfrentar con tu propia mente, un capricho para quien nunca ha tenido que enfrentarlo.
Amanece un nuevo día y ella solo puede limpiar sus lágrimas, abandonar su cama e ir en busca de su alma, continuar su lucha silenciosa, en contra de ese monstruo aterrador, conocido como depresión.