Sir Marius es un valiente caballero. Él solo se enfrenta a quimeras, medusas, basiliscos. Porque su armadura dorada es impenetrable, y él es Sir Marius, un valiente caballero.
Pero cuando, tras gloriosas epopeyas, regresa a su castillo, llora. Porque enroscado en el torreón más alto hay un dragón verde que no puede vencer. Y porque cuando se quita la armadura dorada, en el espejo ve que solo es Mario.
Cada día la armadura es más pesada y la batalla es más cruda. Tal vez esta lucha no tenga sentido. Tal vez mi vida no lo tenga.
Hasta que, un día, Mario olvida ponerse la armadura. Entonces nota la brisa, y se deja llevar por el camino. Conoce a un buhonero, escribe en la arena y aprende a leer el firmamento. Y entonces piensa que quizá ser Mario es mejor que ser Sir Marius, porque no tiene que luchar, ni tiene que llevar una armadura tan pesada.
Cuando regresa a su castillo, el dragón baja y le pregunta si conoce a Sir Marius. Mario responde: «Se ha ido, y no va a volver». Y entonces, el dragón se va.
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