De los fragmentos del espejo de los que estoy hecho , como todos lo estamos, han habido quienes conocieron solamente uno. El que quise mostrar para la ocasión, pero cuyo fulgor no se sostuvo, como no puede sostenerse ninguna impostura. A todos nos pasa, el brillo que exhibimos se empaña rápidamente con la humedad de nuestros pensamientos que siguen respirando detrás del cristal. Siempre bajamos la guardia.
¿Cuál será mi mejor reflejo? ¿El qué yo elijo? La experiencia me indica que no siempre adopto el adecuado.
¿Deberé hacer un casting de mis resplandores?
Quisiera saber cómo he de mostrarme genuino, pero sin exhibir mi intimidad. Así como esos espejos unidireccionales de las ventanas, en los que se ve desde uno solo de sus lados. Trataré de compatibilizar la urbanidad con mis sentimientos. No sé cómo se compatibilizan extremos tan distantes.
Recojo un fragmento del espejo en el que me miro y puedo reír de lo que veo. Eso me salva , poder reírme de lo que veo.
Dejo los otros pedazos para los demás.
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