Solo tenía 16 años cuando perdí una persona muy importante en mi vida, solo supe que no volvería a verle, que ya nadie me escribiría mensajes deseándome un buen año nuevo, que ya nunca más diría mi nombre de esa manera tan bonita que solo ella podía hacerlo. Mamá dijo que ella se había suicidado, y yo solo pensé que eso no podría ser verdad. Ella que era tan sonriente, ella que siempre sabía cómo alzar el ánimo a cualquiera, ella que irradiaba luz propia en cualquier sitio. Le escribí un par de mensajes esperando que me respondiera y que todo fuera mentira. Pero su ausencia era notable en cada sitio en los que habíamos compartido juntos desde que éramos pequeños. Ahora tengo 18 años y sigo sin creerlo, y ahora la entiendo más que nunca, pero sigo respirando, escribiendo y viviendo por los que sus ganas de morir fueron más fuertes que ellos mismos. Ahora sé que ella se encuentra en cada atardecer y sé que en cualquier lugar en el que se encuentre, por fin su mente descansará. Ojalá y todos encuentren el descanso de su mente sin tener que acudir al suicidio.
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