Compongo música con el ordenador. Las paredes son mis compañeras. A veces me duermo sobre el teclado por los ansiolíticos. Mis allegados me consideran una rara avis. El psiquiatra dice que soy bipolar, muy nervioso y que presento trastorno obsesivo compulsivo. A solas suelto lágrimas con los cristales rotos de mi alma. ¿Para qué mi vida sin sentido? Necesito que me consideren. No me basto conmigo mismo. Sin los demás no soy nadie.
Hoy, salgo a la calle. Soy. Veo mi sombra. Empiezo a amarla. Escucho que una voz femenina me llama por detrás. Es una vecina que un día me dijo que había escuchado mis gritos en mis repetidas crisis. Esta vecina me mira a los ojos y me dice: Creo en ti, en tu talento. Me sonríe. Ella es pianista y me explica que ha tenido muchos tormentos mentales pero que alguien le dijo que un diamante no empieza siendo una piedra preciosa pulida y brillante. Y añade: Si quieres puedes, si puedes sigues, si sigues llegas y si llegas…Si llegas alcanzas la confianza. Si confías en ti, sabrás cómo vivir.
Hoy soy el fruto de sus consejos.
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