martes, 29 de marzo de 2022

Ellas

Tres meses, tres benditos meses han transcurrido desde la última vez que lo vio. Se acabaron por fin las persecuciones, las salidas furtivas, el evitar las rutinas, el sentirse observada. Desde que ese hombre ya no está en su vida, se siente más segura, más fuerte, más libre.

Hace años que la acechaba. A cada paso que daba, sentía su presencia. Cuando iba al instituto comenzó a verlo rondar el aparcamiento desde la ventana de su aula. Paseaba a derecha e izquierda a paso lento, sin apartar la vista de su posición. Ella procuraba siempre volver acompañada a su casa, pero había veces en las que tenía que correr para no toparse con ese tipo a solas.

Nunca se ha acercado demasiado, siempre ha tenido la cautela de vigilarla desde la distancia. Por ello la muchacha nunca ha podido acusarlo ni denunciarlo. Nadie lo conoce, nadie sabe de su existencia, es un hombre precavido e inteligente que nunca ha traspasado los límites legales del acoso. Pero ella sabe que, si hubiese seguido persiguiéndola, la situación hubiera empeorado hasta ocurrir algo grave. Por suerte, las encontró a ellas.

Hace solo tres meses que las ha conocido. No sabía de su existencia hasta ese tiempo. En alguna ocasión había oído hablar de ellas, pero la muchacha, recelosa, no se atrevió a acercarse. No sabía cómo iba a reaccionar ante ellas, desconocía si iban a ser beneficiosas o perjudiciales. Desconfiaba de su proceder. Pero poco a poco, fueron ganándose su confianza. Todas ellas la visitaban cada día. Una por una la acompañaban a generar nuevos hábitos y le ayudaban a centrarse, a tomar conciencia de su reciente vida que empezaba a emerger como un tallo joven. La conducían hacia un océano de calma y tranquilidad que se abría en el horizonte de su futuro. Era como si volviera a nacer, como si aprendiera por vez primera a dar pasos hacia adelante, como si despertara de una larga pesadilla.

Al principio la aturdían un poco, pero logró acostumbrarse. Es duro emprender un camino diferente, aun así se siente con fuerzas para lograrlo. Ellas se volvieron necesarias para su existencia, siempre puntuales, cercanas, efectivas, eficaces; sin ellas estaría perdida.

Aquel hombre ya no ha vuelto a aparecer, qué más da si es real o no, si existe de verdad o solo es fruto de su esquizofrenia. Ahora ella solo conoce una verdad, y solo confía en ellas. Sabe que nunca le fallarán, todo se lo debe a ellas. Nunca las llama por su nombre, para ella son sus amigas, sus ayudantes, sus compañeras, sus defensoras, sus pastillas antipsicóticas.

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